aibó, aibó...
Crítica musical con y sin criterio / G.A.S. (Gear Acquisition Syndrome) / Notas sin pentagrama / Comentarios con abandono y sin meditación / Buzz
miércoles, 25 de julio de 2012
Liderazgo y rock and roll
jueves, 19 de enero de 2012
Disecar entradas de conciertos
viernes, 2 de julio de 2010
Xavier Cugat, todo un personaje
Tengo un vago recuerdo de cuando, siendo un niño, vi en televisión una entrevista que le hacían a un ya decrépito Xavier Cugat, que había vuelto a España para pasar los últimos años de su vida. Recuerdo ver junto a él a una jovencísima Nina, que empezó en esto de la farándula apadrinada por este catalán universal. Para ser honesto, ver juntos a aquel octogenario demacrado, que más que hablar balbuceaba, y a aquella niña me repugnó. Pero por aquel entonces yo no tenía ni idea de quiénes eran Xavier Cugat y Nina.
Mucho tiempo después, el lento y sinuoso avance de una cola kilométrica para acceder al Teatro-Museo Dalí de Figueres (Girona) me situó temporalmente delante de una librería a la que en otras circunstancias seguramente no habría prestado atención. Sin embargo, teniendo por delante una larga espera para acceder al museo, dejé guardando la cola a unos amigos (y a mi futura mujer) y entré en la librería. Una vez dentro, descubrí que más bien se trataba de una turística tienda de recuerdos. No obstante, un libro captó mi atención: Yo, Cugat. De hecho, lo que me llamó la atención fueron las cubiertas: un collage con las fotos de algunos de los artistas más famosos del S.XX: Frank Sinatra, Rodolfo Valentino, Clark Gable, Rita Hayworth, Fred Astaire, Mae West, Charles Chaplin, Caruso, Gloria Sawson, Errol Flynn… y Xavier Cugat salía con ellos en las fotos… Un precio razonable y un interior repleto de material fotográfico de primera me convencieron para llevarme a casa la autobiografía de aquel hombre que recordaba haber visto en la tele de pequeño, y por el que súbitamente empecé a sentir curiosidad. Digo “empecé”, porque lo cierto es el libro pasó a acumular polvo en una estantería de casa.
Pero el destino estaba escrito: años más tarde, concretamente en 1998, dedicándome a la crítica musical, me llegó a la redacción un sobre con varios CD, entre los que se encontraba uno… ¡de Xavier Cugat! La portada estaba ilustrada con una foto de Cugat calándole una gorra en la cabeza a un jovencísimo Frank Sinatra que iba vestido de militar. Y es que el reclamo del CD, que no era más que la enésima recopilación de éxitos grabados por la orquesta de ritmos latinos de Xavier Cugat, era la inclusión de un tema grabado junto a Frank Sinatra, My Shawl, ¡cuyos primeros compases pertenecen a una canción tradicional catalana! Sí, Cugat asegura que la primera canción que grabó “la Voz”, cuando sólo contaba con 18 años, fue con su orquesta, si bien la discografía oficial publicada por la familia Sinatra le desmiente. En cualquier caso, la amistad entre ambos era patente, ya que el prólogo de Yo, Cugat (reproducido también en los créditos del CD) estaba escrito por el mismísimo Sinatra.
¿Fue esta segunda oportunidad que me brindaba el destino suficiente para sacar la autobiografía de Cugat de la estantería en la que acumulaba polvo…? ¡No! Ha sido ahora, en 2010, y sin ningún motivo digno de mención, cuando he recuperado ese libro. Y lo que he encontrado en él ha sido sorprendente, no sólo porque, efectivamente, la lista de amigos de Cugat incluye a los personajes famosos que salen en la cubierta del libro, sino porque tiene en su haber algunos hitos:
–Uno de los primeros (si no el primer) cortometrajes musicales de la historia lleva su nombre y su música: Cugat and his gigolos.
–En su orquesta tocaron y cantaron los mejores (¡Bing Crosby, fue su cantante durante una temporada!).
–Ayudó a Cole Porter con el clásico Begin the Beguine.
–Fue el descubridor de Rita Cansino, a quien cambió el nombre por el de Rita Hayworth…
–Asegura ser el descubridor de Dean Martin y Jerry Lewis. De hecho, la idea de que formaran una pareja artística fue suya.
–Presentó a Edith Piaff en el show de Ed Sullivan, y fue testigo en otra ocasión de cómo éste insultaba a una todavía desconocida Barbara Streisand, a la que definió como “nariguda y ordinaria”.
–Vivió en primera persona el nacimiento de Hollywood y los grandes estudios. Actuó en algunas películas de la Metro Goldwyn Mayer y puso música a las primeras películas sonoras.
–Fue el caricaturista oficial del periódico Los Ángeles Times (la caricatura era su gran hobby)
–Cenando en casa de Picasso, “que lo cocinaba todo con brandy y coñac”, éste le regaló una botella de Napoleón de 100 años.
–Era íntimo amigo de George Gershwin; el pionero de la automoción Henry Ford era admirador suyo; conoció a Hemmingway y asistió con él a corridas de toros; intimaba con Dalí…
– Emperadores y reyes de medio mundo asistían a los conciertos de su orquesta (¡y alguno de ellos intentó ligarse a alguna de las espectaculares mujeres que tuvo el músico catalán!)
El listado es impresionante. En la actualidad, el nombre de Xavier Cugat quizá no le diga nada a la mayoría de catalanes y españoles, pero hubo una época en que este hombre fue el rey de la rumba y el cha-cha-cha, una estrella mundial con casa en Beverlly Hills, fotos dedicadas de siete presidentes de los Estados Unidos (Nixon llegó a presentárselo al entonces Príncipe Juan Carlos, el actual Rey de España, diciéndole: “Este es nuestro Cugui”) y cuatro, sí, cuatro estrellas en el Paseo de la Fama de Hollywood Boulevard que recuerdan sus múltiples éxitos en la música, el cine y la televisión.
lunes, 26 de abril de 2010
Aerosmith, un bis de 40 años
27-06-2010, Aerosmith en Barcelona…
Mi anécdota favorita de Aerosmith: finales de los 70, los toxic twins (aka Steven Tyler y Joe Perry) atraviesan su periodo más duro de adicción a las drogas. El grupo suele cerrar todos los conciertos de la gira con el mismo tema, pero, una noche, les da por hacer justo al revés y empiezan el concierto con la canción de marras. Cuando la terminan… ¡se despiden del público y abandonan el escenario! Alguien tuvo que recordarles que habían tocado tan solo un tema y que era conveniente volver al escenario… La vaguedad de la explicación invita a pensar que se trata de otra leyenda urbana (o rumana, que diría un amigo mío) de la época en que el grupo se metía por la nariz un tercio de la economía colombiana (Tyler dixit). Pero parece ser cierta. Y se non è vero è ben trovato.
Aerosmith compuso bajo la influencia de las drogas gran parte de los clásicos de su repertorio de los años 70: Back in the Saddle, Sweet Emotion (una de mis canciones fetiche), Toys in the Attic, Walk this way… A finales de la década de los 80, ya (o supuestamente) limpios de drogas también editaron dos excelentes discos, Permanent Vacation y Pump, que les devolvieron al primer plano de la música rock americana. Sin embargo, actualmente publicar cada nuevo disco les supone un suplicio, y ya hace tiempo que deben recurrir a compositores y arreglistas mercenarios del tipo Desmond Child para sacar adelante algunas composiciones. En directo, sin embargo, continúan ofreciendo un gran espectáculo de rock and roll.
Los de Boston incluían Barcelona como uno de los destinos fijos en sus giras europeas de los años 90, de manera que aquí conocemos bien la solvencia escénica de un grupo que en aquella década ya triunfaba con una propuesta sensiblemente diferente a la que los encumbró a mediados de los años 70.
Para muchos fans la evolución en los 90 fue gradual y en ningún caso traumática. En aquella época, los norteamericanos habían conseguido un cierto equilibrio entre sus antiguas composiciones de hard rock y las nuevas piezas, con producciones pensadas por escalar las listas de ventas. Por este motivo, la banda había sumado a los fans de toda la vida una nueva generación que les hizo grandes en la década de los 90.
La prueba la teníamos en su creciente éxito de convocatoria, ya que, tras tocar en el Palacio de Deportes de la calle Lleida (Get a gripe tour, 1993, con Mr. Big de teloneros), en las siguientes visitas pasaron a actuar en el Palau Sant Jordi (Nine lives tour, 1997, y A little south of Sanity tour, 1999, esta última con Black Crowes de teleneros). Continuaban facturando buen rock and roll, pero, eso sí, cada vez tenían más protagonismo las secciones de viento, los teclados y las melodías edulcoradas.
Define canción lenta, por Joe Perry
El propio Joe Perry reconocía que hasta que no entraron en su vida gente como el A&R John Kalodner (un tipo fascinante: www.johnkalodner.com), y compositores-productores como Glen Ballard y Desmond Child (todos ellos especialistas en lograr hits: www.glenballard.com; www.desmondchild.com) cuando alguien le hablaba de hacer una canción lenta, pensaba que se refería a un blues lento... Ahora la guitarra favorita de Perry es Billie, una Gibson BB King Lucille de color blanco con la cara de su mujer pintada a tamaño gigante en la tapa de arce del cuerpo del instrumento…
Pero, a pesar del éxito comercial, Aerosmith hoy están lejos de su mejor forma musical… y física. Como anécdota, corre por youtube (www.youtube.com/watch?v=6CEoThnszn8) un vídeo reciente de Steven Tyler cayéndose del escenario y pegándose un costalazo en un concierto en Dakota del Sur. Esto se suma a recientes problemas de salud del cantante, que ya no es un niño precisamente, y rumores sobre recaídas en la droga.
Son muchos los que creen que los malos rollos que ha habido últimamente entre Steven Tyler (el cantante bocazas que en una ocasión dijo que le cabía un cubo Rubik en la boca) y el resto del grupo –que llegaron a declarar que estaban buscaban nuevo cantante–, y la posterior reconciliación no eran más que un montaje para calentar la nueva gira por Sudamérica y Europa que los managers del grupo ya habían estado cocinando. Ya se sabe: vamos a ver a Aerosmith, que quizá sea la última vez… Yo, por supuesto, ya tengo mi entrada.jueves, 18 de marzo de 2010
Surcos de vinilo aumentados 1000 veces
viernes, 26 de febrero de 2010
Viajando con los Rolling Stones
Dicen que en 2010 no habrá gira mundial de los Stones…
En su excelente y exhaustivamente documentado libro Rolling with the Stones, el bajista del grupo, Bill Wyman, evoca sus recuerdos de la gira americana que los Stones hicieron en 1972, la misma que Robert Greenfield inmortalizó en Viajando con los Rolling Stones. Lo curioso del caso es que el meticuloso Wyman menciona que los escritores Truman Capote y Terry Southern seguían la gira en calidad de cronistas (Capote, que recibió el encargo de la revista Rolling Stones, la abandonó muy pronto, contrariado con la actitud de los Jagger y los suyos), pero no menciona en ningún momento a Greenfield.
Se sabe que Mick Jagger se arrepintió de haber permitido que Greenfield tuviera libre acceso a la banda para escribir posteriormente sobre la gira (el libro no le gustó). ¿Quizás tampoco le gustó al bajista de los Stones y por eso decidió obviarlo en su alucinante recopilación?
En cualquier caso, yo también esperaba más de un libro mítico como es Viajando con los Rolling Stones (“S.T.P: A Journey through America with the Rolling Stones”). Acepto la importancia histórica del documento, por su retrato de la sociedad americana de la época; la canonización de la gira americana de los Stones en 1972 como uno de los fenómenos culturales de la década; y por contribuir al inicio de la leyenda de los Stones como “la banda de rock and roll más grande del mundo”. Pero no puedo evitar cierto escepticismo sobre lo que de verdad pudo ver Greenfield con sus propios ojos. El equipo de la gira, incluyendo a los propios Stones, viajaba casi siempre dividido (hasta el punto de encontrarse a menudo en ciudades diferentes) y queda patente que parte de la crónica la escribe a partir de informaciones facilitadas por terceras personas, pero el autor nunca lo aclara ni cita fuente alguna (más allá de reproducir algunas conversaciones, como si él siempre hubiera estado presente cuando se producían). Greenfield llega a relatar hechos protagonizados por algunos Stones en diferentes lugares al mismo tiempo, sin que esté documentado su don para la ubiquiedad. Vamos, que se hace difícil separar el grano de la paja, la verdad de la ficción, el rock & roll de la fantasía del rock & roll.
Y hablando de paja, ese es otro de mis problemas con el libro: demasiadas páginas no aportan nada e incitan a dar saltos hacia delante (tuve que reprimirme).
Ciertamente fue más excitante ver en su día Cocksucker blues, el documental que Robert Frank grabó durante esa misma gira. Cuando los Rolling Stones vieron el resultado prohibieron su exhibición (¡qué difícil es contentar a Mick Jagger!), pero circula desde hace muchos años una versión pirata no censurada del documental. La filmación de Robert Frank muestra el desenfreno de la gira: fiestas en el backstage, consumo de drogas, sexo explícito… Aunque luego se supo que no todo fue tan espontáneo como parecía: las escenas de sexo en el avión, por ejemplo, estaban planificadas, por eso los Stones se mantienen al margen y actúan sólo como voyeurs.
Cocksucker blues es el nombre de la canción que Mick Jagger entregó a DECCA cuando la discográfica obligó a los Stones a entregar un último tema antes de dejarles marchar a Atlantic. Obviamente DECCA no pudo publicarla jamás, como tampoco se pudo comercializar el documental de Robert Frank.
martes, 16 de febrero de 2010
En familia con Ian Astbury y Billy Duffy (The Cult)
Parece que The Cult preparan ya un nuevo disco…
Con The Cult nunca sabes a qué atenerte. En su concierto del 2006 en Razzmatazz (sala 1), Ian Astbury y Billy Duffy llegaron por separado a la calle Almogàvers. Duffy bajó de la furgoneta con una cara de pocos amigos que sus gafas de sol no disimulaban. Sin embargo, aquel día ofrecieron seguramente su mejor concierto en Barcelona, a la altura de su primera visita, cuando en el 91 tocaron en el Palau d’Esports de la calle Lleida. Ni se miraron, como siempre, pero ambos estaban en forma y Billy disfrutó al máximo sus poses de guitar hero con clase (la portada del Sonic Temple es un icono a la altura del Pantocrator de Sant Climent de Taüll).
En su visita de 2007 no vi la llegada del dúo, pero descubrir que el concierto se había trasladado a la sala 2 de Razzmatazz (algo más de 700 personas, frente a las 1.200 de la sala 1) no era un buen presagio. Además, Ian y Billy nunca se han caracterizado por la modestia e intuí que tocar en un sitio más pequeño les iba a doler en su ego. Para mí era un misterio entender dónde estaba el resto de la gente que había asistido al magnífico show del año anterior. De veras que lo era.
No obstante, intuyo que en su próxima visita aún puede haber menos seguidores, porque el concierto de 2007 no fue de los que hacen afición. Empezaron con Horse nation y ya vimos la que iba a ser la tónica de la noche: Billy Duffy no estaba contento con el sonido de su guitarra y se dedicó a soltar broncas a ambos lados del escenario (retrasando el inicio de los temas) y a lanzar miradas por encima del hombro a los músicos mercenarios que les acompañaban en esta ocasión (Mike Dimkitch, Chris Wyse y John Tempesta) como si no estuvieran haciendo bien su labor. Incluso Astbury, que iba muy flojo de voz y se quejaba, con razón, del axfisiante calor que hacía en la sala, intentó en algún instante que el público motivara al rubio guitarrista para que iniciase una de las canciones. ¡Qué cuajo tiene Astbury!, no miró a Duffy en todo el concierto, ni tan solo para ver qué narices le pasaba para estar tan cabreado con ¿el técnico de sonido?, ¿el de los monitores?, ¿su técnico de guitarras?, ¿con todos a la vez?
Qué decepción. Fue un concierto malo, no caben medias tintas: no hubo ritmo, el repertorio no fue el mejor, Atsbury estaba mal de voz, hubo un amago de set acústico con Revolution y Star que quise olvidar (¿no sabe Duffy vestir un acústico con dos guitarras o es que también era cuestión del mosqueo que llevaba? o quizás es que hubo de por medio alguna sustancia que su cuerpo no toleró demasiado bien…).
Me duele mucho decir esto, porque The Cult son uno de los grupos de mi vida, pero su comportamiento en el escenario en ocasiones no es muy profesional. Todavía recuerdo la gira de presentación de su disco de grandes éxitos, en Zeleste: tocaron sólo 1 hora y 10 minutos y, cuando la gente pidió un bis, Astbury confesó que los músicos que llevaban eran nuevos y no habían podido ensayar más canciones: que si queríamos, nos repetían la canción que quisiéramos, dijo. Uno de los momentos más tristes y patéticos que he vivido en un concierto, por mucho que fuera un placer escuchar por segunda vez en la misma noche She sells sanctuary. Por cierto, ese día también se me cayeron al suelo cuando vi a Astbury saltar al escenario con el pelo corto y dos coletillas ridículas a los lados (¡qué poderosa era la imagen de los dos con melena y enfundados en cuero negro en su primera visita al Palau d’Esports, gira Ceremony!).
En el concierto de 2007, el comportamiento de Duffy dejó mucho que desear. Él solito se bastó para hundir el show con su actitud. Un concierto siempre hay que sacarlo adelante, como sea. Si el técnico la ha jodido, habla con él después del concierto, échale si es necesario, o detén el concierto en serio, supera los problemas y vuelve por tus fueros. Y si la banda no toca como quieres, ¿por qué les has contratado? o, mejor todavía, ¿por qué no habéis ensayado más?